INDIGO.- EL PORTAL DE RETORNO, ROMPEDOR DE ESQUEMAS

El portal de retorno

Los jóvenes son altamente influenciados por sus emociones, y estas son el gran portal de retorno a La Fuente; no su inteligencia múltiple, sino el estado de no mente. En otras palabras, hay que hablarles al corazón. No maternalismos, no paternalismos, no con la “experiencia de los años”…
De alma a alma. Es ser ellos, y con ellos, es ser uno. Una gran mayoría de los jóvenes, por no decir todos, abren sus puertas a la espiritualidad cuando abordamos el tema de manera adecuada.

Sin dogmas religiosos, sin mandamientos… Para la esencia Índigo el concepto de culpa no existe; y el pecado junto a toda la parafernalia dogmática, tiene tintes primitivos. Reconoce los
sucesos sin juicios como correcto o erróneo; lo hace con desprendimiento, sin apego, sólo con el fin del aprendizaje; con una respuesta interior a los sucesos exteriores. Es ahí donde rompe los esquemas en todos los sentidos.
Si no se despierta la conciencia Índigo (que es distinto a saberse Índigo, o creerse uno), los jóvenes seguirán sirviendo con su brillantez al sistema. De nada servirá que hayan desarrollado una superinteligencia, cuando lo que se busca es una inteligencia superior. Sería como utilizar un Ferrari por caminos escabrosos, o como descubrir una medicina para una enfermedad que no existe.

En líneas generales, y sin entrar en detalles socioeconómicos, la mayoría de los jóvenes tienen una natural afinidad con la tecnología y marchan tan rápido o más que el ritmo que lleva el mundo. El acceso a la información hace que estén al tanto de los sucesos, y sus capacidades innatas, hacen que surja el deseo de buscar la excelencia en sus profesiones; está claro que son
más inteligentes, y no sólo por su esencia; pero vemos también que eso puede llevarlos a una búsqueda y al saboreo de lo “mundano”, de lo snob, de lo alienado. Su ruptura de esquemas
puede llevarlos a una anarquía pseudo espiritual, a esa incomprensión de satisfacerse sin encontrarse; a ese exceso de energía que no saben en qué gastarlo; a no darse cuenta de qué
están hechos y para qué. Lo único que tienen claro, es la duda. Y no sólo los Índigo.

Rompedor de esquemas

Un joven Índigo se da cuenta que es un rompedor de esquemas, cuando se descubre a sí mismo, cuando comprende que este asunto va más allá de una “vida decente”, cuando entiende que ha sido bendecido con dones que lo suben varios escalones en la escala evolutiva, cuando se acuerda que su nacimiento en esta tierra es un retorno por un bien común y elevado. Cuando se da cuenta que lo que carga sobre los hombros es una amorosa responsabilidad. Cuando entra en
conciencia que la revolución debe transformarse en evolución para llegar a la trascendencia.
Sólo en ese momento verá que romper con el sistema es romper con el velo de la oscuridad, con sabiduría, con entrega, con certeza, con amor… no con rebeldía.

Se dará cuenta que su desenfreno por la búsqueda de experiencias indiscriminadas, o la desolación ante la incomprensión, eran simplemente parte de la crisálida. Disfrutará de estar solo, de regenerar, canalizar y focalizar su enorme energía. Despertarán sus sentidos sutiles, su vibración se acelerará, emanará luz, empezará abrirse su tercer ojo, despertará el maestro, se fundirá a la Fuente, volverá a ser Conciencia pura, y se unirá al Todo. Su sola presencia romperá
esquemas.

Aparentemente sólo buscamos la ayuda divina, en una buena mayoría de los casos, cuando estamos en problemas. El dinero, la autoestima y los amores, por citar algunos ejemplos, son tres
casos típicos que llevan a los jóvenes a la depresión. Sin embargo son los mejores momentos para poder encontrarse con uno mismo. Dentro de las experiencias que tuve al trabajar con jóvenes, pude notar la ausencia de una verdadera comunicación con los padres; si bien muchos decían “tener plena confianza con ellos”, esa confianza llegaba hasta por ahí, porque los padres se limitaban a ser eso, padres cariñosos; pero no podían cubrir esa búsqueda espiritual que iba más allá de la religión que se profesaba en casa. Algunos padres eran católicos acérrimos o a medias, pero en ambos casos no había una apertura para esa espiritualidad, también a medias, de
los jóvenes. Como que en el lado paternal yacía una religión intocable, sea por principios, por ignorancia, o simplemente por falta de interés. Palabras tales como pecado o culpa, eran parte de la vida, porque “así es este mundo real”. Sin embargo, pese a las influencias claramente clavadas en las mentes de los jóvenes, el interés por aquello que va más allá de lo común, en términos sociales y religiosos, muchos jóvenes aguzaban los sentidos por una filosofía de vida propia a la de la Nueva Humanidad, y más de una vez vi el brillo esperanzador en sus ojos. Sin embargo, la cotidianeidad, era el enemigo número uno que hacía que esos atisbos de despertar de conciencia
cayeran nuevamente en la somnolencia.

FUNDACIÓN ÍNDIGO

Wolfgang Kellert

http://universo-espiritual.ning.com

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